Tú, pues, hijo mío,
esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. 2 Lo que has oído de mí ante
muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar
también a otros. 3 Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.
2 Timoteo 2.1-3
En 1 Timoteo 6.12, Pablo llama a su discípulo a
“[pelear] la buena batalla de la fe”. Al igual que antes, los creyentes hoy
tienen un triple frente de batalla contra la carne, el mundo y Satanás. El
apóstol puntualizó las acciones de un soldado, como un recordatorio para librar
la batalla espiritual diaria. El buen soldado...
Es fuerte en
Cristo. Pablo sabía que el Señor estaba a su lado, fortaleciéndolo en las
pruebas (2 Ti 4.17). El Espíritu Santo nos da el valor y las fuerzas para
obedecer los mandamientos de Dios, y para confiar en que su poder nos dará la
victoria contra cualquier enemigo.
Comparte su
conocimiento. Pablo tenía especial interés en que los creyentes
compartieran lo que ellos sabían. La iglesia no solamente tiene la verdad del
evangelio; tiene también todas las riquezas de la Palabra de Dios. Muchas
personas han escuchado por años la riqueza de la enseñanza bíblica, y también
han experimentado la presencia del Señor. Guardarse para sí esas enseñanzas, puede
dejar a otro soldado sin la armadura o las municiones necesarias.
Está
dispuesto a sufrir. Las privaciones son parte del combate y, por tanto,
parte de la experiencia cristiana. Los creyentes sufrirán adversidades y serán
llamados a hacer sacrificios. No es de extrañar, entonces, que Pablo le
recuerde a Timoteo que se mantenga fuerte en el Señor y que prepare a otros (2
Ti 2.1, 2).
El comandante sabio da a sus soldados un grito de
guerra que les anima el corazón y fortalece sus pasos. Pablo tenía también el
suyo: “Acuérdate de Jesucristo” (2 Ti 2.8). Recuerde que usted sirve a un Señor
todopoderoso. Él está a su lado, participa de sus sufrimientos y le sostiene
firmemente en sus batallas más grandes.
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