Llevado, pues, José a
Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo
compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. 2 Mas Jehová estaba con
José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. 3 Y vio
su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía
prosperar en su mano. 4 Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le
hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. 5 Y
aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía,
Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová
estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo. 6 Y dejó todo lo
que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del
pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia. 7 Aconteció
después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme
conmigo. 8 Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no
se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que
tiene. 9 No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado
sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal,
y pecaría contra Dios? 10 Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él
para acostarse al lado de ella, para estar con ella, 11 aconteció que entró él
un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. 12 Y
ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en
las manos de ella, y huyó y salió. 13 Cuando vio ella que le había dejado su
ropa en sus manos, y había huido fuera, 14 llamó a los de casa, y les habló
diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros.
Vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces; 15 y viendo que yo
alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió. 16 Y ella
puso junto a sí la ropa de José, hasta que vino su señor a su casa. 17 Entonces
le habló ella las mismas palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste,
vino a mí para deshonrarme. 18 Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa
junto a mí y huyó fuera. 19 Y sucedió que cuando oyó el amo de José las
palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se
encendió su furor. 20 Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde
estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. 21 Pero Jehová estaba
con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de
la cárcel. 22 Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de
todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo
hacía. 23 No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que
estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía,
Jehová lo prosperaba. Génesis 39.1-23
En las noticias vemos regularmente imágenes de
calamidades en nuestro mundo. Y, en lo personal, también experimentamos tiempos
difíciles. Lo mismo sucede con familiares y amigos que enfrentan dificultades
con sus hijos, la pérdida de empleos y rupturas matrimoniales.
Como cristianos, tenemos un Padre celestial que ha
prometido estar con nosotros en nuestras dificultades. Podemos confiar en Él;
Dios sabe antes que nosotros lo que sucederá; nada está oculto a sus ojos (He
4.13). Él ve en la oscuridad de los tiempos borrascosos, con tanta claridad
como lo hace a la luz del día (Sal 139.11, 12). Por medio de su Espíritu, el
Señor nos da consuelo, fortaleza y sabiduría para perseverar.
La historia de José ilustra esta verdad. Tras ser
rechazado por sus hermanos y vendido como esclavo, fue acusado falsamente por
la esposa de su amo y encarcelado. Pero en medio de esos malos momentos, el
joven hebreo experimentó la presencia y el favor de Dios.
Dudo que José comprendiera los designios del Señor
durante su esclavitud y encarcelamiento. Pero después, como segundo al mando de
Faraón, entendió el propósito de Dios al permitir esos años difíciles. Dios usó
todas las adversidades en la vida de José para lograr su magnífico plan (Gn
45.4-8; 50.20).
Cuando los problemas le golpeen, recuerde la verdad
de Dios y cobre ánimo. El Espíritu Santo que mora en nosotros tiene los
recursos para darnos lo que necesitamos, prepararnos para la experiencia y
sostenernos con su presencia durante los días malos. Nada puede impedir que los
propósitos de nuestro Señor se cumplan (Is 14.27).
No hay comentarios:
Publicar un comentario