Hijo mío, si recibieres mis
palabras, Y mis mandamientos guardares
dentro de ti, 2 Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu
corazón a la prudencia, 3 Si clamares a la inteligencia, Y a la prudencia
dieres tu voz; 4 Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a
tesoros, 5 Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento
de Dios. 6 Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y
la inteligencia. 7 El provee de sana sabiduría a los rectos; Es escudo a los
que caminan rectamente. Proverbios 2.1-7
En algún momento, todos nos hemos sentido
confundidos, indecisos o desorientados. Podemos vivir victoriosa y
confiadamente solo cuando tenemos la capacidad de ver la vida desde la
perspectiva de Dios. Necesitamos su ayuda para poder distinguir entre el bien y
el mal, lo bueno y lo mejor, y la verdad y la mentira.
Cada día tomamos decisiones, algunas triviales y
otras importantes. El Señor no quiere que nos formemos juicios basándonos en
simples apariencias o en el limitado razonamiento humano. Dios desea que veamos
la realidad de cada situación tal como Él la ve.
También podemos confiarle al Señor nuestras
relaciones. Puesto que Él conoce el corazón de cada persona, la única manera
que tenemos de relacionarnos sabiamente con otros es siendo sensibles a la
dirección del Espíritu Santo que mora en nosotros.
Aunque Dios da a cada uno de sus hijos la capacidad
de tener discernimiento espiritual, muchos cristianos ignoran esto. Se mueven a
ciegas por la vida haciendo lo mejor que pueden, pero no utilizan esta
maravillosa ayuda. Otros no creen que la necesitan. Toman decisiones de acuerdo
con su propio saber y entender, sin pensar para nada en el Señor. A menos que
cooperemos con Dios en cuanto al desarrollo de su maravilloso regalo del
discernimiento, éste se mantendrá inactivo en nosotros.
El discernimiento comienza con una actitud dócil y
humilde. Si usted ha estado manejando sus decisiones, situaciones y relaciones
usando su propio razonamiento, arrepiéntase de esto ante Dios; pídale su
perspectiva y busque dirección en las Sagradas Escrituras.
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