Poderosos en espíritu

14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; Efesios 3.14-16


Para estar físicamente bien, necesitamos ejercitar los músculos vigorosamente y con regularidad. Asimismo, si nuestro propósito es tener estabilidad espiritual, debemos utilizar nuestra mente para aprender y capacitarnos para ejercer control sobre nosotros mismos. Pero ser poderoso en espíritu requiere más que esfuerzo personal.

Nadie ha venido al mundo teniendo una conexión espiritual con Dios. Por la rebelión de Adán, estábamos todos muertos en nuestros pecados y separados del Señor (Ef 2.1). Ningún esfuerzo humano es capaz de dar vida espiritual a una persona, pero, aunque no podemos cambiar esta condición, para Dios nada es imposible (Mt 19.26). Al aceptar la muerte expiatoria de Jesucristo como el pago por nuestros pecados, somos perdonados, reconciliados con Él y avivados en nuestro espíritu (Ef 2.5). Este es el paso inicial de la vida cristiana.

Después de nuestro nuevo nacimiento, el Espíritu Santo que mora en nosotros nos enseña a ver la vida como la vio Jesús, aceptar sus valores y prioridades e imitar su ejemplo. Cuanto más nos rindamos al control del Espíritu, más transformados a imagen de Cristo seremos, más equipados para llevar a cabo la voluntad del Señor y más fortalecidos para servirle.


Dios quiere seguidores dedicados a su plan de servir como embajadores de Cristo en un mundo perdido y herido. No espera que tratemos de capacitarnos con nuestro esfuerzo para esta tarea, y por eso nos ha dado su Espíritu Santo para que nos preparare para el trabajo que tenemos por delante. ¿Ha respondido usted al llamado que Él le ha hecho al servicio?

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