¿Sabía usted que una persona puede tener una visión perfecta y, sin embargo, sufrir de miopía espiritual? Eso es lo que sucede cuando alguien trata de alcanzar deseos a corto plazo en lugar de las cualidades que Dios valora: fe, virtud, dominio propio, constancia, piedad, afecto fraternal y amor (2 P 1.5-7). Los relatos bíblicos acerca de personas espiritualmente miopes nos advierten que no debemos sacrificar las bendiciones futuras por una gratificación inmediata.
Tomemos
el caso de Saúl, por ejemplo, el primer rey de Israel, quien decidió que su
camino era el mejor, y como consecuencia Dios le quitó su reino y se lo dio a
David (1 S 15.1-28), el cual también es otro ejemplo de alguien que había sido
fiel durante muchos años, pero en un momento de debilidad tomó una decisión
devastadora: su deseo por Betsabé lo llevó a cometer adulterio y asesinato.
Aunque se arrepintió y fue perdonado, las consecuencias de su pecado afectaron
el resto de su vida (2 S 12.7-14).
Para
evitar la clase de errores que cometieron estos hombres, debemos priorizar los
objetivos de Dios a largo plazo para nosotros. En otras palabras, debemos
valorar lo eterno sobre lo temporal, y fortalecer nuestra fe con virtudes que
le agraden a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario