La luz de Dios y las sombras

Salmo 23

Dichoso el pueblo que […] anda, Señor, a la luz de tu rostro (Salmo 89:15 RVC).Cuando a Eliana le diagnosticaron un cáncer avanzado, ella y su esposo, Carlos, supieron que no pasaría demasiado tiempo hasta que fuera a estar con Jesús. 


Ambos atesoraban la promesa del Salmo 23 de que Dios estaría con ellos mientras atravesaban el valle más profundo y difícil de sus 54 años juntos. Se apoyaron en la esperanza de que Eliana estaba lista para encontrarse con Jesús, ya que había puesto su fe en Él décadas antes.

En el funeral de su esposa, Carlos compartió que todavía estaba atravesando el «valle de sombra de muerte» (Salmo 23:4). La vida de su esposa en el cielo ya había empezado. Pero la «sombra de muerte» seguía estando con él y con otros que amaban a Eliana.

Mientras atravesamos el valle de sombra de muerte, ¿dónde podemos encontrar nuestra fuente de luz? El apóstol Juan declara que «Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él» (1 Juan 1:5). Y en Juan 8:12, Jesús proclamó: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida».

Como creyentes en Jesús, andamos «a la luz de [su] rostro» (Salmo 89:15 RVC). Nuestro Dios ha prometido estar con nosotros y ser nuestra fuente de luz incluso cuando atravesemos las sombras más oscuras.

De:  Cindy Hess Kasper

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