Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios (v. 8).
Hace muchos años, la ciudad de Nueva York lanzó una campaña publicitaria —«Mantenerse seguro. Quedarse quieto»— para enseñarle a la gente a permanecer calmada y segura al quedar atrapada en un ascensor. Los expertos informaban que algunas personas habían muerto al tratar de abrir forzadamente la puerta o intentar salir por otros medios. Lo mejor es simplemente usar el botón de alarma y esperar que llegue la ayuda.
El apóstol Pablo describió una clase de plan de rescate muy diferente; uno para ayudar a los atrapados en la atracción descendente del pecado. Les recordó a los efesios su completa incapacidad espiritual: estaban verdaderamente «muertos en [sus] pecados» (Efesios 2:1) y rehusaban someterse a Dios. Eso hizo que estuvieran sujetos a la ira de Dios. Pero no los dejó atrapados en la oscuridad espiritual, y les escribió a los creyentes en Jesús: «por gracia sois salvos» (vv. 5, 8). La respuesta a la iniciativa de rescate de Dios produce fe. Y la fe significa que dejaremos de intentar salvarnos nosotros mismos y clamaremos a Jesús para que nos rescate.
Por la gracia de Dios, nuestro rescate de la trampa del pecado no se origina en nosotros, sino que es «don de Dios» a través de uno solo: Jesús (v. 8).
De: Marvin Williams
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