El Señor es mi pastor; nada me faltará (v. 1).
Las casi 170.000 personas en el estadio observaban de pie cuando el pateador del equipo de fútbol americano del Texas A&M, Seth Small, entró en el campo con solo dos segundos más de partido. Empatados contra el mejor equipo del país, un gol de campo sellaría una victoria épica. Con calma, Small se ubicó para patear. El estadio estalló cuando la pelota pasó entre los postes para obtener el puntaje ganador.
Cuando los periodistas le preguntaron cómo se había preparado para un momento tan intenso, Small dijo que se repetía constantemente el primer versículo del Salmo 23: «El Señor es mi pastor; nada me faltará». Cuando necesitaba fortaleza y tranquilidad, se aferraba a la metáfora profundamente personal de Dios como pastor.
El Salmo 23 es encantador porque nos asegura que podemos estar en paz porque tenemos un pastor amoroso y confiable que se ocupa de nosotros. David dio testimonio de la realidad del miedo en situaciones difíciles o intensas, como así también del consuelo que da Dios (v. 4). La palabra «aliento» expresa seguridad; confianza y coraje para seguir avanzando bajo su guía.
Cuando enfrentemos circunstancias desafiantes sin saber el resultado, podemos cobrar aliento al repetir el bondadoso recordatorio de que el buen Pastor camina con nosotros.
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