9 Yo Juan, vuestro hermano,
y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de
Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y
el testimonio de Jesucristo. 10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y
oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, 11 que decía: Yo soy el Alfa y
la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a
las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira,
Sardis, Filadelfia y Laodicea. 12 Y me volví para ver la voz que hablaba
conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, 13 y en medio de los siete
candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba
hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. 14 Su cabeza y sus
cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de
fuego; 15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno;
y su voz como estruendo de muchas aguas. 16 Tenía en su diestra siete
estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como
el sol cuando resplandece en su fuerza. 17 Cuando le vi, caí como muerto a sus
pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y
el último;
Apocalipsis 1.9-17
Es posible que Apocalipsis sea el libro más
ignorado del Nuevo Testamento, simplemente porque puede ser difícil de
entender. Pero desdeñar los tesoros que se encuentran en este libro es perderse
algunas de las descripciones más ricas sobre nuestro Señor que ofrece la
Biblia. Nos encanta verle como el niño en el pesebre y reconocer la importancia
de su muerte y Resurrección, pero la historia no termina allí.
Juan recibió una dramática visión del Señor
Jesucristo exaltado, como está Él ahora en el cielo. Aunque el apóstol había
tenido una amistad estrecha con Cristo en la Tierra, la visión de su Señor en
ese estado glorificado hizo que se desmayara del miedo (Apocalipsis 1.17).
En la escena celestial, Cristo es presentado como
el Señor de su iglesia, en medio de los candeleros. Él está pendiente de sus
hijos, preservándolos, protegiéndolos y reprendiéndolos cuando es necesario.
Unos pocos capítulos después, en Apocalipsis 5.1-14, Jesús es mostrado como el
Cordero de Dios, quien, como nuestro Sumo Sacerdote se sacrificó por nosotros.
Su sangre compró la redención para las personas de todo tiempo y lugar, de modo
que pudieran convertirse en ciudadanos de su reino. Todo el cielo estalla en
alabanza y adoración cuando Cristo es el único digno de ponerle fin a esta era
y establecer su reino de justicia (Apocalipsis 5.13).
Si usted ha entregado su vida a Cristo, está
leyendo sobre su futuro. Imagínese en la escena, viendo a Jesucristo como el
Señor y el Cordero de Dios exaltado. ¡Las alabanzas descritas en Apocalipsis
5.9-14 salen de la boca de usted! Que esta visión del futuro defina su
adoración y su perspectiva esta semana.
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