Por lo cual, como dice el
Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 No endurezcáis vuestros corazones, Como
en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, 9 Donde me tentaron
vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. 10 A causa de
lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su
corazón, Y no han conocido mis caminos.11 Por tanto, juré en mi ira: No
entrarán en mi reposo. Hebreos 3.7-11
Los hebreos que dejaron Egipto tenían pruebas
concretas de la existencia de Dios y del compromiso del Señor para con ellos.
Sin embargo, cuando llegó el momento de reclamar la tierra prometida,
endurecieron su corazón contra Él y se negaron a creer que les daría la
victoria sobre la gente que vivía en Canaán. Rechazaron los argumentos de Josué
y Caleb, y justificaron su incredulidad.
Dios respondió con una disciplina severa: 40 años
vagando en el desierto, hasta que los adultos que se le habían opuesto murieron
(Nm 14.33-36). Debido a que consideraba muy serio la oposición en su contra y
la disciplina, el Señor reiteró esta lección en el Nuevo Testamento (He
3.7-11). No quería que la gente repitiera el error de endurecer sus corazones
contra Él.
La manera de endurecer el corazón es gradual.
Comienza con la incredulidad, es decir, oyendo, pero no aceptando toda o parte
de la Palabra de Dios como verdadera. La persona se rebela, decidiendo manejar
sus asuntos sin el Señor. Esto implica ignorar su conciencia o justificar el
comportamiento no bíblico; finalmente, el corazón se endurece tanto, que la
persona ya no es influenciada por el susurro del Espíritu de Dios.
Es peligroso empecinarse en elegir nuestro propio
camino. El Señor no solamente disciplina a quienes se rebelan contra Él, sino
que también les retiene las oportunidades y bendiciones. Si tomamos en serio la
advertencia de Dios de no endurecernos contra Él, entonces debemos decidir ser
obedientes. Con el tiempo, a medida que nuestro corazón se vuelva más blando y
receptivo, descubriremos que no podemos dar un paso equivocado sin sentirnos
redargüidos por el Espíritu Santo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario