Confiar en el Señor es fácil cuando la vida es risueña y transcurre sin problemas. Pero cuando las circunstancias no son como deseamos, nuestra confianza en Dios puede debilitarse. No obstante, incluso en los momentos difíciles, Él nos guía y nos ayuda a salir adelante.
Dios
quiere que cultivemos nuestra fidelidad a Él en cualquier circunstancia. Y para
eso, debemos comprometernos con su voluntad, en lugar de frustrarnos
o tratar de manipular las circunstancias para conseguir el resultado que
deseamos. Aunque nos sería fácil ponernos ansiosos o enojados por nuestra
situación, Dios quiere que sus hijos descansen en Él con un espíritu
calmado. Eso es posible cuando confiamos en que Él tiene el control, y que
dispondrá las cosas para nuestro bien y para su gloria.
Entonces,
debemos esperar con paciencia a que se haga evidente su voluntad
perfecta. Aunque no podamos ver ningún cambio, Dios está obrando en nosotros y
en nuestra situación. Nuestra tarea es mantener nuestro enfoque en el Señor y
continuar haciendo con fidelidad todo lo que nos ha llamado a hacer en el
presente. Al final, las demoras nos dan la oportunidad de desarrollar un
carácter semejante al de Cristo, y mostrar al mundo lo que el poder
transformador del Señor puede producir en quienes le pertenecen.
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