Te amo, oh Señor, fortaleza mía (v. 1).
Muchos consideran que Ferrante y Teicher son el mejor dúo de piano de todos los tiempos. Sus presentaciones juntos eran tan precisas que su estilo se describía como cuatro manos pero una sola mente. Al oír su música, uno puede comenzar a captar la cantidad de esfuerzo requerido para su arte.
Pero hay más. Les encantaba lo que hacían. Tal es así que, aun después de retirarse en 1989, aparecían ocasionalmente en una tienda de pianos local solo para ejecutar un concierto espontáneo. Simplemente, amaban hacer música.
A David también le encantaba hacer música, pero hizo un dúo con Dios para darle un mayor propósito a su cántico. Sus salmos afirman las luchas que enfrentaba y su deseo de vivir en una profunda dependencia del Señor. Incluso en medio de sus fracasos e imperfecciones, su alabanza expresaba una «perfecta afinación» espiritual, reconociendo la grandeza y bondad de Dios aun en los momentos más oscuros. El corazón de David se refleja en su sencilla declaración en el Salmo 18:1: «Te amo, oh Señor, fortaleza mía».
Y agregó: «Yo te invoco, Señor, porque sólo tú eres digno de alabanza» (v. 3); «en mi angustia» me volví a Él (v. 6). Cualquiera que sea nuestra situación, que también elevemos nuestro corazón para alabar y adorar a nuestro Dios. ¡Él es digno de toda alabanza!
De: Bill Crowder
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