Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado… (vv. 13-14).
En 2016, Wanda Dench envió un mensaje de texto a su nieto para invitarlo a la cena de Acción de Gracias, sin saber que había cambiado su número de teléfono.
El mensaje le llegó a un desconocido, Jamal. Como Jamal no tenía planes, después de aclarar quién era, preguntó si podía ir igual. Wanda dijo: «Por supuesto». Desde ese día, Jamal se une a la comida familiar todos los años. Una invitación equivocada se convirtió en una bendición anual.
La bondad de Wanda me recuerda el aliento de Jesús en el Evangelio de Lucas. Durante una comida en casa de un fariseo «muy importante» (Lucas 14:1 RVC), notó que los invitados se empujaban por conseguir los mejores lugares (v. 7). Jesús le dijo a su anfitrión que invitar personas por lo que ellas podían retribuirle (v. 12) significaba que la bendición sería limitada, y que si extendía su hospitalidad a los que no tenían recursos, la bendición sería mayor (v. 14).
Para Wanda, invitar a Jamal a unirse a su familia para la cena de acción de gracias resultó en la inesperada bendición de una amistad duradera que fue muy alentadora para ella después de la muerte de su esposo. Cuando nos extendemos a otros sin pensar en lo que podríamos recibir sino reflejando el amor de Dios, recibimos más bendición y aliento.
De: Lisa M. Samra
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