… me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos (v. 2).
A un voluntario compasivo lo llamaron «ángel guardián» por sus heroicos esfuerzos.
Jake Manna estaba instalando paneles solares cuando se unió a una búsqueda urgente de una niña de cinco años. Mientras los vecinos buscaban en garajes y patios, Manna tomó un sendero hacia una zona boscosa donde detectó a la niña hundida hasta la cintura en un pantano. Se metió cuidadosamente en el lodo pegajoso para sacarla del aprieto y devolvérsela, empapada pero a salvo, a su agradecida madre.
Jake Manna estaba instalando paneles solares cuando se unió a una búsqueda urgente de una niña de cinco años. Mientras los vecinos buscaban en garajes y patios, Manna tomó un sendero hacia una zona boscosa donde detectó a la niña hundida hasta la cintura en un pantano. Se metió cuidadosamente en el lodo pegajoso para sacarla del aprieto y devolvérsela, empapada pero a salvo, a su agradecida madre.
Tal como esa pequeña, David también experimentó ser liberado. El cantor «pacientemente» esperó que Dios respondiera a sus clamores por misericordia (Salmo 40:1). Y Dios lo hizo: se inclinó, prestó mucha atención a su clamor y respondió rescatándolo del «lodo cenagoso» de sus circunstancias (v. 2) y proveyéndole un suelo firme a su vida. Los rescates del pasado incentivaron su deseo de cantar alabanzas y poner su confianza en Dios en las circunstancias futuras, para compartir su historia con otros (vv. 3-4).
Cuando enfrentamos desafíos tales como dificultades financieras, problemas matrimoniales o sentimientos de ineptitud, clamemos a Dios y esperemos pacientemente su respuesta (v. 1). Él está siempre dispuesto a ayudarnos en nuestras necesidades y darnos un lugar firme donde pisar.
De: Marvin Williams
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