¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre?… (v. 1).
El Reino Unido rebosa de historia. Dondequiera que uno va, hay placas que honran a figuras históricas y sitios que conmemoran eventos importantes. Pero uno de esos carteles da muestra del gracioso sentido del humor británico: una placa desgastada en una posada en Sandwich, Inglaterra, dice: «En este lugar, el 5 de septiembre de 1782, no pasó nada».A veces, parece que no pasa nada con nuestras oraciones. Oramos y oramos, presentando nuestras peticiones ante nuestro Padre, esperando que responda… ya mismo. David expresó esta frustración cuando oró: «¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?» (Salmo 13:1). Podemos fácilmente hacernos eco de estos mismos pensamientos: Señor, ¿cuánto falta para que me respondas?
Sin embargo, nuestro Dios no solo es perfecto en su sabiduría, sino también en su tiempo. David pudo decir: «Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se alegrará en tu salvación» (v. 5). Eclesiastés 3:11 nos recuerda: Dios «todo lo hizo hermoso en su tiempo». La palabra hermoso significa «apropiado» o «fuente de deleite». Dios quizá no siempre responda cuando nosotros quisiéramos, pero sí lo hace conforme a sus sabios propósitos. Alegrémonos de que, cuando lo haga, será correcto, bueno y hermoso.
De: Bill Crowder
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