… Con él estaré yo en la angustia… (v. 15).
El sonido del torno aterrorizó a Sara, de cinco años de edad. Saltó de la silla del dentista y no quiso volver a sentarse. Entendiendo la situación, el dentista le dijo al papá: «Papá, siéntate tú». Julio pensó que quería mostrarle a su hija qué fácil era.
Pero el dentista miró a la niña y le dijo: «Ahora, sube y siéntate en el regazo de papá». Entonces, acunada por los brazos confiables de su papá, Sara se relajó completamente y el dentista pudo continuar.
Ese día, Julio aprendió una gran lección sobre el consuelo de la presencia de su Padre celestial. Dijo: «A veces, Dios [no] carga con lo que tenemos que atravesar, pero me estaba mostrando: “Siempre estaré contigo”».
El Salmo 91 habla de la presencia consoladora y del poder de Dios que nos dan fuerzas para enfrentar nuestras pruebas. Saber que podemos descansar en sus poderosos brazos nos da tranquilidad, ya que promete a los que le aman: «Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia» (v. 15).
Hay muchos desafíos y pruebas ineludibles, y no podremos evitar atravesar angustia y sufrimiento. Pero rodeados por los brazos confiables de Dios, seremos capaces de soportar nuestras circunstancias y permitir que fortalezcan nuestra fe al madurar con ellas.
De: Leslie Koh
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