Dejar un legado espiritual
Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice… (v. 5).
De adolescentes, mi hermana y yo no entendíamos la decisión de mamá de recibir a Jesús como su Salvador, pero no podíamos negar los cambios que vimos en ella. Tenía más paz y alegría, y empezó a servir fielmente en la iglesia. Su deseo de estudiar la Biblia la llevó a asistir a un seminario y graduarse. Años después, mi hermana aceptó a Cristo y empezó a servirlo. Y a los pocos años, yo hice lo mismo. Mucho después, mi padre se unió a nosotros en nuestra fe. La decisión de mi mamá por Cristo generó un efecto dominó en nuestro núcleo familiar y otros parientes.
Cuando el apóstol Pablo le escribió su última carta a Timoteo y lo alentó a perseverar en la fe en Jesús, destacó su legado espiritual: «trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también» (2 Timoteo 1:5).
Mamás y abuelas: sus decisiones pueden impactar a generaciones.
¡Qué hermoso es que la mamá y la abuela de Timoteo hayan ayudado a alimentar su fe para que pudiera convertirse en lo que Dios lo había llamado a ser!
Honremos hoy y todos los días a las madres que han decidido seguir a Jesús, y que nosotros también dejemos un legado espiritual a nuestros seres queridos.
De: Nancy Gavilanes
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